No esperaba menos de la gran Rosa Montero. La autora ya me conquistó con sus libros de no ficción, así que me moría de ganas por echarle el guante a otros libros suyos. No he sido para nada decepcionada. La lectura te mantiene intrigada ya desde la primera página, y aunque bien es cierto que no coincido con su catalogación como novela negra, sí que encierra algo de misterio sus páginas. Además, es un libro muy potente, con reflexiones muy profundas sobre el amor, la paternidad, la salud mental y, sobre todo, la buena suerte. Y es que, dependiendo de la actitud que tomemos ante la vida, esta puede ser buena o mala.

Por otro lado, tiene personajes espectaculares y, como le pasa un poco al protagonista, me he sentido atraída desde el primer momento por Raluca: es una mujer fuerte, empática, cariñosa y decidida. Su afán por ayudar a los demás y su naturaleza bondadosa, pero que a la vez no sea una pusilánime, la hace un personaje increíble, del que eres incapaz de no enamorarte. Pablo, nuestro protagonista, también es un ser complejo, pero por las acciones que realiza a lo largo del libro, cuesta más ponerse en su lugar. El resto ya son secundarios, pero que, aun así, añaden mucha vida y profundidad a la trama.

Esta novela es un mensaje de esperanza, un estudio psicológico sobre el amor y la vida, la suerte y la desdicha, y sobre la importancia de aprender a afrontar sus errores y ser capaz de ver más allá de ellos. Es una lectura fundamental, que te muestra lo peor del ser humano, pero también lo mejor, dejando entrever esa dualidad nuestra y dejando como conclusión final que es nuestra mirada y nuestras acciones las que nos hace centrarnos en un lado o en otro.