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A review by gatosinbotas_
Those Who Leave and Those Who Stay by Elena Ferrante
4.0
Creo que fue a partir del segundo libro que empecé a pensar la saga "Dos amigas" como un rizoma tal y como lo plantean Deleuze y Guattari en el capítulo "Rizoma" de su libro "Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia".
Sin embargo, considero que en este tercer libro -más que en los dos anteriores- se explícita la particularidad rizomática de esta historia. Sus personajes y eventos funcionan como mesetas que, conectadas entre sí por tallos y raíces, son el medio por el que fluyen el deseo, el amor y la violencia.
Lila y Nino son los personajes que tienen dentro sí mismos la mayor cantidad de raíces por las que corre todo lo que luego generan en quienes los rodean. Por un lado, Lila es un canal conductor de enojo, violencia y prepotencia. Asimismo lo es de inteligencia y determinación que devienen en envidia y admiración. Mientras que Nino porta cauces que trasladan amor, pasión y deseo.
Así como Nino y Lila se comportan como canales conductores de sensaciones y sentimientos, los Solara son la representación de la jerarquía. Ellos son el tronco y raíces de donde se desprenden todas las ramificaciones que puedan manejar. Son los titiriteros de los hilos de poder que expanden por todo el barrio napolitano al que pertenecen ellos y la mayoría de los personajes principales.
El "tira y afloje" trasladado a la subordinación -o el intento de ella- de los Solara da paso a las líneas de fuga. Las líneas de fuga las suele abrir Lila: va y viene a su parecer, no recae en el impacto que tiene en los demás o en las formas en las que se abre paso. Le escapa a todo lo que sea dicotómico porque su naturaleza es la multiplicidad. Lila no comprende las relaciones binarias, la limitación de fluidez y poder que puede haber en ellas. Nino tampoco las entiende, pero a diferencia de Lila Cerullo, rehuye a ellas en menor medida.
Quizás sea por la multiplicidad natural de ellos que Lenù no pueda dejar de pensarlos o tenerlos tan presentes en su vida aunque no lo estén corpóreamente. Porque Lenù, a diferencia de Lila y Nino, es una raíz pivotante. Se siente atraída irremediablemente hacia aquello que es tan divergente a sí misma. Lenù no se deja llevar, actúa acorde a las relaciones biunívocas de la vida.
Sin embargo, a finales de "Las deudas del cuerpo" hay un giro inesperado en la historia: Elena Greco empieza a ramificarse, echa raíces sin tapujos. Ya no hay nada que detenga el deseo que arranca a fluir en ella, sino que deja que lo abarque todo y así da pie a su transformación en la tercer meseta de la trama.
Sin embargo, considero que en este tercer libro -más que en los dos anteriores- se explícita la particularidad rizomática de esta historia. Sus personajes y eventos funcionan como mesetas que, conectadas entre sí por tallos y raíces, son el medio por el que fluyen el deseo, el amor y la violencia.
Lila y Nino son los personajes que tienen dentro sí mismos la mayor cantidad de raíces por las que corre todo lo que luego generan en quienes los rodean. Por un lado, Lila es un canal conductor de enojo, violencia y prepotencia. Asimismo lo es de inteligencia y determinación que devienen en envidia y admiración. Mientras que Nino porta cauces que trasladan amor, pasión y deseo.
Así como Nino y Lila se comportan como canales conductores de sensaciones y sentimientos, los Solara son la representación de la jerarquía. Ellos son el tronco y raíces de donde se desprenden todas las ramificaciones que puedan manejar. Son los titiriteros de los hilos de poder que expanden por todo el barrio napolitano al que pertenecen ellos y la mayoría de los personajes principales.
El "tira y afloje" trasladado a la subordinación -o el intento de ella- de los Solara da paso a las líneas de fuga. Las líneas de fuga las suele abrir Lila: va y viene a su parecer, no recae en el impacto que tiene en los demás o en las formas en las que se abre paso. Le escapa a todo lo que sea dicotómico porque su naturaleza es la multiplicidad. Lila no comprende las relaciones binarias, la limitación de fluidez y poder que puede haber en ellas. Nino tampoco las entiende, pero a diferencia de Lila Cerullo, rehuye a ellas en menor medida.
Quizás sea por la multiplicidad natural de ellos que Lenù no pueda dejar de pensarlos o tenerlos tan presentes en su vida aunque no lo estén corpóreamente. Porque Lenù, a diferencia de Lila y Nino, es una raíz pivotante. Se siente atraída irremediablemente hacia aquello que es tan divergente a sí misma. Lenù no se deja llevar, actúa acorde a las relaciones biunívocas de la vida.
Sin embargo, a finales de "Las deudas del cuerpo" hay un giro inesperado en la historia: Elena Greco empieza a ramificarse, echa raíces sin tapujos. Ya no hay nada que detenga el deseo que arranca a fluir en ella, sino que deja que lo abarque todo y así da pie a su transformación en la tercer meseta de la trama.