Este libro me ha conquistado por completo. Aunque he de reconocer que me costó meterme un poco en la historia debido a que se narra desde el punto de vista de la protagonista —una persona extremadamente lógica y que interpreta todo de forma literal—, luego al final me costó separarme del libro. Eleanor se ha conseguido hacer un hueco en mi corazón, me he sentido tan identificada con ella en tantos aspectos, y, luego, va, para más inri, y se hace con un gato. Lloro fuertemente. Y, ¿qué decir de Raymond? Es un ser de luz: tiene un corazón de oro y, puede que esté aquí proyectando, pero es que me ha recordado muchísimo a mi novio.

Obviamente, como bien anticipé cuando leí algo más de información sobre este libro, he llorado mucho. Realmente es una historia preciosa sobre cómo pequeños gestos de amabilidad, cómo las relaciones con otras personas nos pueden cambiar la vida. Es un libro que ha entrado directamente a mi lista de favoritos, porque un libro que me haga llorar y tenga gatitos no se merece nada más que los mayores elogios que una le pueda dar