Esta segunda entrega de la trilogiía Indira Ramos me ha dejado con la boca abierta. Al haber pasado tanto tiempo desde que leí la primera parte, me había olvidado de la pluma del autor, que es bastante ligera y cargada de humor. Sin embargo, esta no quita el peso de los momentos más duros, como los crímenes de Antonio Anglés, un monstruo desalmado que se dedicaba a matar, abusar y torturar niñas. Siento que se intercalan muy bien los momentos divertidos con los oscuros, creando un ritmo bastante rápido y ameno. Además, las demás subtramas también tienen un espacio para brillar (el triángulo amoroso entre Iván, Alejandro e Indira, el TOC de Indira, todo el tema de la agente Navarro y su amante y un largo etc.). Simplemente, he disfrutado leyendo esta novela, más porque se menciona el pueblo de mi chico, al que tengo un cariño espectacular y que ha hecho que escale posiciones en mi lista de favoritos. Además, después de ese cliffhanger final, necesito leer lo más pronto posible la tercera y última parte.