Esta quinta y penúltima entrega me ha destrozado. En cuanto a nivel literario, por decirlo así, está muy muy a la altura de Broken Harbour, mi más absoluta novela favorita de Tana French. Y, mientras que la entrega pasada jugaba mucho con el pathos, esta juega mucho más con la psique del lector. Esos cambios de vista cada capítulo te permiten conocer los hechos desde la perspectiva de detectives y sospechosos (en este caso, niñas adolescentes), cambiando un poco la dinámica a la que French nos tenía acostumbrados. Al fin y al cabo, lo que consigue es que acabes empatizando mucho más con todos los personajes y que acabes comprendiendo el motivo que los impulsa a actuar. También esta entrega difiere un poco más del resto por estar más cerca del género Dark Academia, tan popular últimamente y que se presta muy fácilmente a esos cambios de punto de vista. Esos pequeños detalles de investigar un caso cerrado, de anticipar con una cuenta atrás la muerte de la víctima y el uso de un ámbito escolar para un crimen le da ese toque más especial a la novela y te mantiene el triple de enganchado. El ritmo sigue siendo lento, porque a Tana French le gusta mucho tomarse su tiempo para describir todo y meterte en la atmósfera, pero siento que se lee mucho más rápido que los anteriores. Yo, desde luego, me he bebido las últimas 100 páginas, aun arriesgándome a llegar tarde al trabajo.

Sin embargo, este nuevo estilo o esta experimentación no hace que deje atrás sus elementos característicos, como la presencia de lo sobrenatural (más sútil en otras entregas, pero mucho más prominente en esta), un elenco de personajes muy diverso y el foco sobre un personaje secundario que apareció hace un par de historias (Stephen Moran). También me ha encantado ver regresar al Detective Mackey, que creo que también es un favorito de la autora, y ver qué es de su vida ahora, tras los hechos del tercer libro. Tener a su hija Holly como protagonista de esta particular entrega le da mucho más dinamismo y une bastante bien las otras novelas. De verdad, no puedo haber disfrutado más este libro, creo que entra en segundo lugar en el podio. Los temas que se tratan, como la amistad y la lealtad, se ejecutan muy muy bien y, al final, te quedas con un muy buen sabor de boca. Ya sé cómo acaba la última entrega, pero estoy más emocionada aún de revisitarla después de haber leído este libro. Amamos a Tana French aquí y siempre la querremos.