Es una historia enternecedora, cuya protagonista nos cautiva con su forma tan inocente de ver el mundo y de apreciar hasta el más mínimo detalle. Es una niña con un corazón enorme y puro; siempre estaba pensando en los demás y en cómo los podría ayudar.

La mayoría de los personajes me provocaron alegría y ternura, pero sin duda el que más me conmovió fue el abuelo, que a pesar de ser gruñón y querer estar alejado del mundo, mostró un cariño sincero por Heidi desde el primer día que la conoció y al final se llegan a apreciar grandes cambios en su forma de ser.

Me gustó mucho la forma detallada en la que se describe el paisaje de las montañas y sus colores, puedo entender perfectamente por qué a Heidi le encantaba vivir ahí. Sin duda todos deberíamos ver la naturaleza y los animales con la misma admiración y amor que ella lo hace.

Es una lectura cortita y entretenida que vale la pena leer aunque sea una vez en la vida. Además, esta edición me pareció preciosa por sus ilustraciones (aunque me quedo con la Heidi de la fábula).