Este libro me ha dejado súper descolocada: ambientado en una habitación cerrada, nos encontramos con Mr. Blank, un hombre que sufre de amnesia (o demencia, mejor dicho) que tiene problemas para recordar exactamente por qué está encerrado en la habitación en la que se encuentra y quién es él y la gente que le visita. Me ha gustado esa dualidad, ese constante tira y afloja que está presente en el libro, esa estructura circular y metaliteraria tan Paul Auster. No sé, se me ha hecho una lectura bastante amena y entretenida, a pesar de ser un libro con varias capas y con mucha profundidad. Lo malo es que no he conseguido empatizar con el protagonista, pues se me ha hecho un viejo verde y es difícil sentir simpatía por él... Por lo demás, una gran novela que demuestra la maestría del autor, una vez más.