En esta tercera entrega, Harry Potter tiene que andarse con cuidado, ya que el mago oscuro Sirius Black ha conseguido escapar de Azkabán, una prisión mágica de máxima seguridad, y viene con sed de venganza. Y por mucho que Harry lo intente, los problemas parecen buscarle a él, así que este año, tendrá que enfrentarse a sus miedos, a un asesino en serie, a los dementores (criaturas que guardan Azkabán y que se alimentan de la felicidad de sus víctimas), a un juicio injusto y, lo más difícil de todo, a la verdad.

Nunca sé qué poner en estas reviews, porque pienso que mis comentarios son superfluos para lo increíble que ha sido mi experiencia como lectora. Además, me cuesta sacar aspectos negativos de los libros (más allá de su autora), aunque sí que he de admitir que no me ha gustado mucho cómo se ha representado a los Slytherin en esta entrega, ya que se les pinta como unos abusones, sucios y malvados. Es decir, el estereotipo ya estaba en las otras dos entregas, pero siento que estaba más resaltado en este libro, especialmente en el partido de Quidditch final.

Por lo demás, sin palabras. Definitivamente, en esta entrega se refuerza mi amor por Hermione, ya que me he sentido más identificada que nunca con ella. Además, me gustó mucho ver a Ron y Hermione pelear para defender a sus diferentes mascotas, se podía notar la tensión amorosa entre los dos personajes (lo admito, Romioen es mi ship favorito). También se nos introduce a Lupin, el nuevo profesor de Defensa contra las Artes Oscuras al que cogí bastante cariño, al igual que a Black. Y bueno, en este libro se lo hacen pasar muy mal a mi querido Hagrid, y eso me rompió un poco el corazón :(

En definitiva, mi opinión sobre este libro no ha cambiado para nada, sigue estando dentro del top 3