¡Qué primera introducción a Elvira Lindo! Su estilo me ha recordado vagamente a Javier Marías —principalmente por las divagaciones y el ritmo algo lento—, pero sin frases densas y contenido muy filosófico. Aunque, eso no quita que con la trama que se nos presenta, se busque la reflexión y la crítica a la sociedad. Con una pluma algo mordaz, se nos introduce a Eulalia, una mujer aburrida, algo despiadada que se prepara para una gran cena en su casa y en honor a su anciano marido. Sin embargo, antes de ir a la peluquería, recibe una llamada urgente de su limpiadora, que la insiste para que vaya a su casa porque tiene algo que contarle. En ese trayecto, Eulalia se plantea su presente, poniendo de referencia su pasado y todos aquellos actos que la llevaron a donde está hoy. Es en ese viaje en donde realmente llegamos conocer a todos los personajes, donde se nos pinta una imagen más clara de las circunstancias y donde se pone de relieve la historia peliaguda de España. Siempre criticando y poniendo una lupa a la sociedad española, se narra las complejidades del bando de izquierdas durante la dictadura, se tratan las familias con dinámicas diferentes y algo disfuncionales y el efecto que tienen sobre las distintas generaciones, y la complejidad de las relaciones interpersonales. Es un libro que no se acobarda ante temas como el sexo, el maltrato y la crueldad, donde todo vale y, aun así, eres capaz de empatizar con los personajes y con sus acciones. Desde luego, es una historia que piensas y que se queda contigo mucho después de haberla terminado. Y claro, eso hace que yo ahora me tenga que leer todo lo que Elvira Lindo haya publicado.