Este libro me ha roto un poquito el corazón, para qué engañarnos. Es una historia sobre el trauma generacional, el bagaje que le dejamos a nuestros hijos sin nosotros ser muy consciente de ello, pero, sobre todo, es un libro sobre el dolor. El dolor de ser amado demasiado o no lo suficiente, de amar a alguien que ya no está o que nunca estuvo, de no saber amarse a uno mismo, a sentir que tienes que ser otra persona por miedo a no cumplir unas expectativas muy altas. Trata sobre sentirse inferior, sobre las diferentes formas en que cada uno lidia con el duelo, con la pérdida de un ser querido, pero también de una vida soñada. De verdad, me ha tocado en lo más profundo.

La pluma de la aurora me ha parecido bellísima, muy simple, pero a la vez desgarradora. Al ir intercambiando puntos de vista, puedes entender a cada uno de los personajes, entender por qué actúan de ese modo, especialmente, te ayuda con la dinámica familiar tan tóxica que se se presenta en el libro. A pesar de no ser parte directa de la familia Lee, mi personaje favorito ha sido Jack por tener un corazón tan grande. Hannah también se ha llevado un pedazo de mi corazón, he de reconocer, por su valentía, por su capacidad de observación y por recomponer una familia rota. Con Lydia me he sentido demasiado identificada en algunos pasajes, al igual que con Nathan. Al único al que no perdono es a James, pero bueno, eso es harina de otro costal.

Realmente he disfrutado de este libro, me han entrado ganas de leer más de la autora.